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Matrimonio Igualitario en Tabasco, va

Sin Remitente/

Víctor Ulín/

Tabasco es uno de los tres estados del país que aún no aprueba el matrimonio Igualitario entre parejas del mismo sexo, pero el tema muy pronto será discutido y aprobado por los diputados del Congreso.
Aunque hay grupos que buscan evitar su discusión y aprobación, no podrán impedir que se consolide una tendencia inexorable aquí y en resto del mundo: el respeto a los derechos humanos de quienes, como todos, tienen la libertad de elegir con quién desposarse y por tanto de ser amparados por el Estado.
Gradualmente, los grupos considerados minoritarios han logrado ser reconocidos por un Estado que los había mantenido marginados e incluso hasta perseguía, aunado al rechazo de quienes todavía siguen pensando que la familia y el matrimonio tienen como base única a un hombre y a una mujer.
El camino para la consecución de sus derechos de la comunidad LGBT y anexas no ha sido nada fácil y, por el contrario, han tenido que poner los muertos en su propósito de ser respetados, reconocidos y aceptados por una buena parte de la sociedad que sigue cerrada a otros temas como la despenalización del aborto y que se resisten a las transformaciones que vienen ocurriendo en diversas partes del mundo.
Lo importante ahora es que los legisladores, responsables en gran parte de crear y reformar leyes, finalmente están entendiendo los nuevos tiempos y la necesidad de procurar y garantizar el respeto de los derechos humanos para todos, sin distingos ni preferencias.
La eventual aprobación del matrimonio Igualitario entre personas del mismo sexo en Tabasco no tiene que verse como la derrota de quienes se oponen, sino que debemos ir más allá y entender que se trata de alcanzar una sociedad igualitaria en los hechos y no solo en el discurso de quienes llegan por la mañana a la iglesia y por la tarde están condenando al prójimo.
Nos ha costado, y mucho como sociedad, respetar al otro con toda y esa complejidad que implica que seamos “seres humanos”.
Y qué paradoja: podemos amar a un perro, pero no podemos amar ni menos respetar a ese prójimo que en el ejercicio de su libertad decide pasar el resto de sus días a lado de una persona del mismo sexo, igual que quien desea hacerlo con su opuesto sin problema.

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