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El Nobel de Dylan

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Columna Nom Serviam/ Foto: Siempre/

Leopoldo Emmanuel Benítez Arias/

Primero lo primero. Yo pertenezco a ese raro cinco por ciento de la población que está de acuerdo con el fallo de la Academia Sueca.  Cuando leí en una publicación de la revista Rolling Stone que Bob Dylan había sido galardonado con el premio Nobel de Literatura, compartí la noticia inmediatamente por Facebook, y en la tarde me compré mi cerveza favorita: una delicia que lleva el nombre de Minerva Para Reyes, de color oscuro, amarga, sabor a café negro cargado y regusto a chocolate. Festejé.

Desde ese día hasta la fecha (18 de octubre de 2016, día que se escribió este texto) he estado escuchando con regularidad mis canciones favoritas de Bob Dylan. También me he estado divirtiendo de lo lindo con el maremoto de twits y publicaciones que arden en cólera por el Nobel de Literatura; algunos personajes con argumentos que valen la pena escuchar —como Rafael Pérez Gay— y otros vomitando tonterías.

La enorme diferencia entre lo que argumenta Rafael Pérez Gay y la gran mayoría de los ofendidos usuarios de redes sociales es que él y otros apelan a evaluar y juzgar la obra de Bob Dylan en sí, mientras que hay una gran cantidad de personas que se limitan a redactar un argumento de este tipo en sus cuentas de Facebook y Twitter: “Dylan no debió ganar el Nobel, una canción no es lo mismo que literatura”.

Ahora resulta que una canción es poesía o no lo es cuando nos conviene.

Supongo que se nos olvidó algo importantísimo: la canción forma parte del género lírico, la canción es un poema porque está compuesta de versos, estrofas, métrica y ritmo. En suma, la canción es literatura.

Ahora, si nos ponemos más clavados, la palabra “lírica” proviene de la palabra griega “lira”. La lira era el instrumento con el que los aedas cantaban sus rapsodias; en la Antigua Grecia no existía la diferencia entre una canción y un poema: eran lo mismo. Lírica de lira.

Homero, el Padre de la Épica Griega, no inventó ni la Ilíada ni la Odisea, las redactó. Los aedas inventaron ambas épicas y pasaron de generación en generación. El enorme mérito de Homero fue escribirlas. ¿Podemos entonces descartar a la Ilíada y a la Odisea como obras cumbres de la literatura por el hecho de que fueron originalmente cantadas y no escritas? Pues no.

El Cantar del Mío Cid, la Canción de Roldán, la saga del Cantar de los Nibelungos, Beowulf… todos hasta ahora anónimos; pero originalmente cantados por juglares. La imprenta llegó mucho tiempo después que la literatura, circunscribir la literatura a un libro es una necedad.

Con eso debería quedar por los suelos el argumento de que la canción no es literatura. En fin.

Me entero que Bob Dylan no ha respondido a la Academia Sueca la invitación para ir a Suecia y recibir su premio. La Academia ha desistido de contactarlo, pero esperan que sí se aparezca al final. Es el estilo del señor Dylan. Ojalá que alguien lo convenza de asistir, sería la cereza en el pastel y otro pretexto para comprarme otra de esas deliciosas cervezas.

 


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