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AMLO, estabilidad del país y Morena



Víctor Ulín/
La percepción de incertidumbre y asomo de ingobernabilidad que el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández ha contenido desde las conferencias mañaneras al asumir el mando del Poder Ejecutivo, por lo sucedido en Mérida, Yucatán, es solo una pequeña muestra de lo que pasaría si la vida del presidente Andrés Manuel López Obrador se viera en peligro por una enfermedad como el COVID19 o por cualquier otra que padezca.
/Por supuesto que nadie debería desear que al Presidente le vaya mal por su condición de salud, más allá de confirmar con su aparición que efectivamente fue COVID, o aún cuando resultara otro padecimiento que por seguridad y estabilidad del país hayan decidido mantener en el anonimato.
Es público que el Presidente tiene un padecimiento cardíaco que se entiende vigilan los mejores médicos del país, y por tanto como todo ser humano está expuesto a una reacción inesperada por la misma enfermedad o provocada por agentes externos que pudieran alterar su condición física o de salud.
Aunque al conocerse la noticia de lo ocurrido en Mérida, Yucatán, se generaron especulaciones que con o sin dolo intentaron alterar la vida política y social del país, en ningún momento se estuvo en los márgenes de la ingobernabilidad por la ausencia física del mandatario federal que ha sido bien cubierto por el titular de Gobernación, su hombre de mayor confianza en el gabinete.
Ante la proximidad de las elecciones federales del 2024 y por la misma estabilidad política y social, lo mejor que puede pasarle al país, e incluso a los adversarios opositores, es que tenga un Presidente repuesto y en condiciones favorables para dirigir el gobierno.
Por más confrontaciones que la oposición tenga, a nadie conviene que la vida del Presidente corra peligro o se vea comprometida ni en estos tiempos ni en los lejanos, pues desear su recuperación y salud es lo que debe mover a todos por encima de diferencias políticas.
En Morena, por su parte, sus militantes pueden tomar lo sucedido como una lección y al mismo tiempo dimensionar lo que el Presidente representa para el partido y su proyecto político a mediano y largo plazo. Con su ausencia física, se confirma también que el Presidente es el corazón de Morena, el sostén, el líder y que -para la reflexión de los morenistas- no hay nadie que pueda superarlo y menos sustituirlo.

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