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¿Volver a las clases en línea?


Víctor Ulín/ Sin Remitente/
Las autoridades sanitarias y educativas de Tabasco están seguramente en el dilema de sostenerse en el regreso de clases presenciales o volver otra vez a las clases en línea ante la amenaza creciente de la variante ómicron.
Aunque por el momento el número de hospitalizados no ha aumentado significativamente, el temor ahora es la velocidad con la que la nueva variante se propaga entre la población con su respectivo impacto en todas las actividades económica, sociales y por supuesto que educativa.
Es evidente que el semáforo verde en el que nos encontramos no es más que una formalidad, pero es de mucha utilidad para generar una certidumbre que pende un delgado hilo y que desbordaría si se deciden medidas restrictivas.
Con una población numerosamente vacunada y con una variante más infecciosa pero menos letal, cabe el optimismo de que la población con las medidas pertinentes (uso de cubrebocas, sana distancia y lavado adecuado de manos) pueda hacerle frente a la enfermedad del Covid19 para la realización de sus diversas actividades.
La mayor preocupación de las autoridades sanitarias es, sin duda, el número de personas que sufran la enfermedad y que la puedan propagar con más intensidad.
¿Es la solución suspender el regreso a clases presenciales cuando el riesgo de contagio con la variante ómicron resulta el mismo en casa que en las escuelas o en las celebraciones familiares o en las actividades laborales?
Lo que tendríamos que plantearnos es la necesidad de tener que empezar de una vez por todas a vivir en la nueva normalidad que implica la amenaza constante del Covid19 y de las nuevas variantes, unas más letales o más infecciosas que otras.
Está demostrado científicamente que el uso correcto del cubrebocas, de la sana y del lavado de manos son factores determinantes para contener la propagación del Covid19 y sus potenciales variantes como el Omicron que se ha vuelto la más dominante del mundo.
Las autoridades sanitarias tabasqueñas tendrían también que empezar a tomar decisiones que ya no menoscaben las actividades productivas ni mucho menos la vida de la población.
Lo cierto es que ya no pueden paralizarse las actividades económicas ni mucho menos educativas ni tampoco recurrir a medidas extremas como el cierre de comercios no esenciales o al confinamiento en casa.

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