Notas

¿Por qué gusta tanto Chumel?

Non serviam/

Leopoldo Emmanuel Benítez/

El domingo 28 de mayo de este año, Chumel Torres participó con un show de standup en el último día de la Expo Educa 2017. El show comenzó cerca de las 7:00 pm. Había mucha gente, sí; pero el lugar no estaba abarrotado. Es raro, pensé que sería imposible acceder o ya de plano conseguir algún asiento. Supongo que Chumel aún no se afianza en Tabasco como en otros lugares de México.

Eso sí, la audiencia que se presentó lo aclamó con atronadores aplausos y vítores cuando apareció. Hay que dejar algo en claro: El pulso de la República no es un noticiero, él mismo lo ha dicho. ¿Qué es el Pulso, entonces? Creo que todo se resume a un programa en el que el conductor puede perder los estribos con situaciones trágicas e inverosímiles; lanzar mentadas de madre e insultar a los actores políticos  propios y extranjeros, y al final dar una palmadita en la espalda de aquellos que entramos a su canal lunes y jueves. Los buenos somos más.

Si bien su participación en Expo Educa no fue un capítulo de el Pulso sino un standup, sí se deja ver su discurso irreverente, malhablado, satírico e irónico. Chumel se vino a burlar de él, de su familia, de mí, de los jóvenes adultos, de los chavitos que fueron a verlo y de los papás de éstos que los acompañaron. Todos nos reímos, por supuesto.

Mientras lo veía y escuchaba, se me ocurrió pensar que algunos chistes suyos no podrían decirse en países como Estados Unidos o Inglaterra, y en todo caso si se dijeran es posible que le caiga varapalo y sea catalogado como racista, misógino, clasista e intolerante religioso. He leído noticias de personas que por mucho menos han tenido que salir a disculparse por un chistorete muy mal recibido por los grupos bienpensantes.

Chumel Torres es políticamente incorrecto y se le agradece, en momentos en los que se nos exige ser ultra cuidadosos con las palabras que les decimos a las mujeres ni puedes mofarte de alguien (en sano ejercicio) por la religión que profesa o por su falta de esta, ni puedes reírte del aspecto físico tuyo y el de otros. Me parece que es uno de los pocos que en la actualidad han entendido o no se les olvida concebir a la comedia como lo que es: la burla de nuestras peores cualidades.

Para hacer reír a alguien se necesita inventiva, para hacer comedia se necesita burlarse primero de uno mismo y luego de los demás. Ayuda a pasar mejor los tragos amargos de la vida y —bien elaborada— a vislumbrar posibles horizontes que antes de una buena carcajada no contemplamos.

Creo que hace falta reírnos más. Reírnos de todos y de todo (sin rebasar jamás los límites de injuria y la vileza, claro).

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