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¿Es mi imaginación?

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Columna Non Serviam/Foto: La Nación/

Leopoldo Emmanuel Benítez Arias/

¿Es mi imaginación o este año fue uno muy accidentado? No quiero comparar tragedias ni caer en lugares comunes como “hay muertos más importantes que otros”; pero me parece que vale la pena hacer un recuento de este 2016 ya que estamos en diciembre y lo que creo podemos encontrar son una serie de reveces, momentos tensos, tragedias, muertes; algunas buenas noticias y, sobre todo, incertidumbre en el porvenir de la humanidad.

Empecemos por lo superficial, si es que tiene algo de superficial una pérdida humana: los artistas y creadores que han fallecido este año son considerablemente más de los que se recuerden en tiempos recientes. Ese sentimiento de zozobra por su partida no corresponde únicamente a su estatus como ídolos y nada más; algunos han influido tanto con sus aportaciones que no se podría concebir el mundo actual de la cultura pop sin su constante presencia durante años.

Muchas críticas se han hecho alrededor del mundo consumista en el que vivimos actualmente, cuyos artistas de talla internacional muestran una incapacidad para ofrecer a su público propuestas que más allá de consumir por el mero entretenimiento gracias a mecanismos monstruosos de márquetin, sean también obras con valor estético, plástico y artístico. Algunos de los que se fueron, músicos, actores, showmen, eran capaces no sólo de entretener, sino de hablar con el público a través de su trabajo.

Pasando a otros menesteres, más universales —literalmente—, el planeta se vio también sacudido por diversos fenómenos naturales que en algunos casos terminaron en desastres: el terrible incendio en Alberta, Canadá; los diversos terremotos en Italia, Indonesia y Ecuador; el huracán Matthew que golpeó Haití, los riesgos de tsunamis en Japón, Nueva Zelanda y Centroamérica. Algunos de estos desastres pudieron evitarse, otros no: un terremoto no se evita ni se adivina cuándo ocurrirá, pero sí que se pueden construir edificaciones que respeten los lineamientos de las leyes antisísmicas para construcción.

Algo que si bien tampoco podemos evitar, pero sí al menos disminuir es la contaminación que pone en riesgo la estabilidad ambiental de nuestro planeta. Como cada año, la comunidad científica ha exhortado a los líderes de las naciones a tomar medidas para disminuir la polución. Este año, sin embargo, la urgencia parece mayor.

En cuanto a la política y sociedad… bueno, no se podría desarrollar nada en un espacio de tres mil a cuatro mil caracteres; pero al menos trataré de hacer un recuento de lo más sonado (nada más, ¡imagínese de lo que no nos enteramos!):

La crisis de los refugiados, principalmente por la guerra en Siria, no muestra signos de mejora, tampoco el combate contra el Estado Islámico. Recuerdo que allá por el 2014 parecía  que la lucha contra EI no duraría demasiado, había información por parte de periodistas que daban crédito de la falta de preparación para la lucha armada y la formación religiosa endeble (que no la ideológica) que tenían los miembros de EI. Sin embargo, a dos años de esa esperanzadora impresión, hemos constatado que el extremismo religioso es una enfermedad para la que aún no hemos encontrado cura.

No hay que olvidar el alarmante resurgimiento de tendencias ultraconservadoras en las prácticas políticas de diversos países. Comenzando con la más notable (tanto que resulta cancina): la elección de Donald Trump como presidente de los Estados (des)Unidos de América —no pienso que él sea un ultraconservador, pero se colgó de ese discurso para llegar hasta donde está.

En Europa, parece haber un frente contra la “invasión islámica”, encabezado por partidos y movimientos de marcada ideología cristiana. Amén de tendencias ultranacionalistas que llevaron a la separación de Reino Unido de la Unión Europea (aunque para ser sinceros, estuvo metido solo a medias), acción con la que grupos de otros países (Francia, Italia, Países Bajos, Alemania y Polonia, principalmente) coquetean también.

El conflicto árabe-israelí, una combinación de religión y política que confunde y genera polarización (los que apoyan Palestina y los que respaldan Israel). La amenaza terrorista que proviene de Palestina hacia Israel y las políticas abusivas de Israel de apropiación de zonas palestinas se resumen a esto: un territorio quiere al otro muerto, el otro territorio se quiere engullir al otro “por derecho”, ¿por qué? Porque lo dicta el Corán o la Torá.

Y para acabar, México. ¿Por dónde comenzar? Narcotráfico. Crimen organizado. Robos. Secuestros. Trata de blancas. Asesinatos de periodistas. Los vergonzantes resultados de la evaluación PISA. El cinismo de la clase política. La impunidad. La pobreza. El hambre. El olvido de las comunidades indígenas. Los crímenes de odio contra las mujeres. Los crímenes de odio contra la comunidad LGBT. La depreciación de la moneda. La crisis de inmigrantes africanos. El saqueo de Veracruz. El incremento de casos de embarazos no deseados. El conflicto Magisterial. El recorte al presupuesto. El desempeño del presidente Enrique Peña Nieto.

¿Y en Tabasco? La ya alarmante inseguridad. El desempleo. El ineficiente transporte público. Los ejecutados. Los conflictos entre taxistas y Uber.

Ojalá que el recuento de los daños nos sirva para vislumbrar posibles vías de acción.


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