Guayabera PolíticaHoy escriben

¿Misión imposible?

Columna Guayabera Política/

 

Guillermo Hübner Díaz

Encabezado por uno de los exdirigentes más polemizados de los últimos tiempos, surge en el terruño, al paso del huracán Earl y los desgajamientos de cerros en Puebla –escribe afamado columnista- , un grupo de priistas empeñados en la difícil tarea, por no decir que imposible afán, de modernizar el PRI tabasqueño -¿y democratizarlo, acaso?- para que el reloj de la histórica organización se acerque a los reclamos actuales y marque la hora que indique el pulso de la sociedad, por supuesto el de sus desalentados militantes.

El ex alcalde de Centla, también ex diputado y ex senador –y le decía al amable lector que uno de los exdirigentes más debatidos de la última década-, Francisco Herrera León, comanda el grupo en el que participa también otro conocido ex dirigente, Nicolás Haddad López –corrido del CDE por Roberto Madrazo, debido a sus afanes democratizadores-, acompañados de media docena de correligionarios dispuestos al máximo esfuerzo, al mayor sacrificio, para rescatar al partido que se ahoga en la ignominia, descrédito y desvergüenza.

Tarea difícil la de Francisco Herrera León -“Pancho” Herrera- y de quienes lo acompañan, la de levantar del lecho de muerte a un enfermo en fase terminal aplicándole respiración “boca a boca”, en momentos en que los destazadores del Forense esperan el cadáver del “invencible” para hacerlo picadillo, necropsia innecesaria quizá, por otra parte, pues nadie ignora el nombre del mal que lleva a la muerte al famoso “Institucional”.

¿Noble propósito’ ¿Sano intento? ¿Viable empeño? Conteste usted lo que guste y mande, amable lector.

El PRI, en Tabasco, como en el resto de las entidades federativas de México, ha estado siempre bajo la égida del CEN -delegado de por medio–, en componenda con los gobernadores y estos a su vez bajo la tutela y abrigo de los presidentes de la república emanados de sus filas.

Nunca, en ninguna entidad, mucho menos en Tabasco en donde los gobernadores explotaron al PRI en calidad de propiedad privada, actuó el tricolor conforme a las apetencias políticas y democráticas de su militancia.

Se limitó por rutina, por costumbre, lo mismo para elegir candidatos que para elaborar las plataformas electorales, a la monta de asambleas con ciertos visos democráticos, ciertamente, pero que en esencia no fueron sino farsa pura, ‘shows’ convalidadores de decisiones cupulares ligadas a la voluntad de los capitanes de los intereses creados, burla a la inteligencia, al vigor y al credo de quienes llevan el peso del partido sobre sus hombros.

Hasta donde se sabe, a falta de un gobernador priista en la entidad, han sido dos ex gobernadores los que han hecho esfuerzos, porfiando mil motivos, los que han pretendido y quizá pretendan aún manejar el partido de acuerdo a sus conveniencias personales e intereses de grupo, Manuel Andrade Díaz y Roberto Madrazo Pintado, este último, al parecer, con cierta ventaja, al mantener a Miguel Angel Valdivia de Dios en la presidencia estatal.

Ya hubo antes un grupo de ex dirigentes, como el que pretende consolidar ahora Francisco Herrera León, que en un proceso electoral pasado, a falta de ese gobernador priista en la entidad, pretendió coordinar las acciones partidistas y participar activamente en la selección de candidatos, pero resultó un fenomenal fracaso pues sus integrantes nunca estuvieron de acuerdo en algo substancial y el egoísmo les impidió invitar a los alcaldes y diputados locales provocándose más fracturas que puntos de acuerdo.

De manera que tanto Pancho Herrera León como Nicolás Haddad López y amigos que les acompañan, no tienen nada fácil la tarea de modernizar y democratizar al PRI.

Quizá el principal escollo sea el de que muchos en el PRI siguen viendo a la política como la oportunidad de participación para alcanzar el poder y servirse de él, para enriquecerse y robar, no para tener el poder de servir a la sociedad y procurarle los satisfactores que reclaman sus necesidades.

Pero en fin, diría la abuelita, “hijito, no hay peor lucha que la que no se hace”.

 

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